Lo que significa salir en los medios para una pequeña empresa

“Todo el trabajo que hemos realizado, el propósito y los valores que definimos, el equipo que armamos, todo lo que hemos construido nos llevó a ese lugar. Solo hacía falta que entráramos al radar de las personas indicadas.”


Por Cristy Montecinos

El 23 de febrero de 2023 alcanzamos uno de mis sueños: salir en la versión impresa del diario más importante de Chile, El Mercurio. Y la guinda en el helado: fue en la contraportada del periódico, en la sección de Innovación. 

Es de esas cosas locas con las que soñé cuando recién estaba armando la idea de la empresa. De esas ideas que se quedan en una carpeta efímera titulada “¿Te imaginas?”.

Este no fue mi primer encuentro con los medios de comunicación chilenos, pero sin duda ha sido el más impactante en varios sentidos: como validación para mí de que el proyecto es valioso, como motivación para el equipo, como fuente de orgullo para todas las personas nos rodean, y como una herramienta de negocios. Desde su publicación nos han contactado empresas con las que solo imaginábamos poder hablar, y se ha vuelto una carta de reconocimiento cuando salgo a vender.

Salir en los medios respetados del país ha sido un factor diferenciador para nosotros como pequeña empresa. Cuando la mayoría de las personas no tiene idea de que existimos y no conocen el mundo que vendemos, el de los podcasts, poder compartir un video de una entrevista en radio o un artículo sobre nosotros, hace que en la mente del comprador nos volvamos legítimos.

Dejé de leerla porque me intimidaba

Antiguamente leía el cuerpo de Innovación del diario El Mercurio de vez en cuando. Era el que más me interesaba en la primera lectura. Es donde salen las noticias nacionales e internacionales más interesantes (para mi gusto) e inspiradoras, siendo lo último lo más valioso cuando el grueso del diario se podría considerar portador de malas noticias. 

Pero a medida que la empresa iba creciendo, y mi interés en las historias pasó de ser de cultura general a un directorio de posibles contactos o clientes, me di cuenta de que me dejaba mal sabor. 

En retrospectiva, veo que era mi inseguridad lo que empañó el lente de la inspiración y lo convirtió en competencia. En mi mente, estábamos en una carrera, los que aparecían en las páginas impresas estaban ganando y yo tenía pies de plomo en la línea de salida. 

Diría que el virus de la comparación me ataca cuando tengo las defensas bajas y me enfoco más en todo lo que no tenemos o no logramos, en lugar de lo que hemos construido. Sé que la mayoría de los emprendedores caen enfermos con esto de vez en cuando. 

Quiero destacar tres antídotos que he ido recogiendo en el camino de emprendimiento, y de la hermosa comunidad de la que me rodeo:

  • Apoyarnos en la sororidad, como define la Real Academia Española, es la “relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento”. Recordar que no somos competidoras, sino compañeras de equipo. Si yo fracaso no significa que otras mujeres ganarán.

  • Compartir las situaciones que tengo que resolver y que me quitan energía. Es tan simple como articular lo que nos complica, la mayoría de las veces se aclara el panorama una vez que lo decimos en voz alta.

  • Y siguiendo el punto anterior, tener conversaciones honestas sobre nuestro día a día. La mayoría tenemos altos y bajos de productividad, es agradable poder hablar honestamente con pares sobre cómo lo llevan y quitarse la carga del perfeccionismo.

“¿Y pagaron por esa nota?”

Esa es una de las primeras preguntas que recibí de empresarios amigos, porque solo ellos saben lo que vale ese nivel de exposición.

Cuando recibí la llamada de la periodista Janina Marcano preguntando si me podía entrevistar me emocioné tanto que la respuesta automática de mi cuerpo fue la cautela. Hasta no tenerlo en la mano, no sería real. Se sentía como que era demasiado bueno para ser verdad: una entrevista de más de media página, por el mero hecho de que nuestra historia fuera tan interesante, sin tener que pagar o decir algo especial.

Y es que no fue publicidad. El mensaje que estábamos dando no tenía una agenda detrás. Desde entonces esos amigos me han contado sus experiencias cotizando en diarios y en radios nacionales y regionales, con sumas que van desde 5 millones de pesos por lo bajo, hasta 10, 15, 20 millones. Sumas exorbitantes para pequeñas empresas y que automáticamente dejan los espacios principales de promoción a los gigantes de siempre.

Si pudiera hablar con los editores y productores de los medios chilenos, les agradecería por los espacios que hay para visibilizar los emprendimientos nacionales, y les pediría que los dupliquen o tripliquen. Nuestro equipo ha estado persiguiendo esos espacios y presentando nuestro proyecto desde hace meses, y aunque hemos podido salir en varias publicaciones, nada se compara con el impacto de este artículo impreso.

Pasaron varios días desde esa llamada, y en la mañana del 23 de febrero abrí la puerta de mi casa y encontré el periódico del que ahora tengo más de 10 copias. Desde entonces, Mara es parte de ese grupo de proyectos inspiradores y no tuvo que pasar nada radical para serlo. Todo el trabajo que hemos realizado, el propósito y los valores que definimos, el equipo que armamos, todo lo que hemos construido nos llevó a ese lugar. Solo hacía falta que entráramos al radar de las personas indicadas. 

Como fundadora, me regocijo viendo dónde estamos y descanso tranquila porque sé que estamos listos para pasar de banda.

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