¿Las plantas desalinizadoras son una opción para nuestros ecosistemas marinos?

ODS

¿Siempre vamos a resolver los problemas socioeconómicos de esta manera, sobreexplotando recursos naturales como si estos fueran inagotables?


Por Ciencia Chilensis

¿Factibilidad de las desalinizadoras chilenas?

Esta es una pregunta, la cual creemos merece una doble respuesta. Partiendo porque las plantas desalinizadoras en nuestro país son una realidad y se prevé el aumento de esta tecnología para obtener agua desalinizada en los próximos años. 

En la actualidad, hay 24 plantas desalinizadoras activas y 22 en proceso de planificación o construcción, las cuales están emplazadas principalmente en la zona norte del país debido a que es una zona con escasez hídrica y con gran actividad minera. 

De hecho, el 60% están destinadas a la desalinización de agua para uso en la industria minera y el 40% restante para consumo humano.

Hasta este punto es posible comprender que las plantas desalinizadoras surgen como una respuesta a una necesidad socio-económica pero que traen a su vez, problemáticas para los ecosistemas marinos. Y es que, a la instalación de una planta desalinizadora que ya resulta invasiva para el territorio, se le suman los efectos negativos del proceso de captación de aguas y la posterior eliminación de la salmuera en los ecosistemas marinos. 

¿Cómo funcionan las plantas desalinizadoras en Chile?

La Planta Desalinizadora que posee Cleanairtech Sudamérica S.A. Está ubicada a 25 km al norte de Caldera y tiene como actividad principal producir y conducir agua desalinizada en la Región de Atacama.

La mayoría funcionan con el método de ósmosis inversa: consiste en la captación de agua de mar, hasta 5600 l/s; arrastrando consigo millones de microalgas (la base de la cadena alimenticia) la captura de larvas de peces, moluscos y crustáceos (impidiendo el desarrollo de futuros recursos pesqueros), sin mencionar también los ejemplares adultos. Esta agua pasa por una serie de filtros y membranas que separan el agua de la sal, eliminando con ello organismos marinos.

Luego tenemos el proceso de separación y desalinización del agua: el segundo problema que se genera durante esta etapa, cuando las membranas de filtración, que son las que separan las sales del agua se van ensuciando y llenando de cualquier tipo de organismo marino que no haya sido captado por los primeros filtros. Para solucionarlo, las plantas destinan un porcentaje del agua procesada para limpiar y mantener operativa la planta. 

Y aquí es donde nos damos cuenta que el sistema no es tan eficiente y nos hace preguntarnos si siempre vamos a resolver los problemas socioeconómicos de esta manera, sobreexplotando recursos como si estos fueran inagotables, o por fin invertiremos en nuevas tecnologías que permitan el aprovechamiento correcto de los recursos naturales. 

Todo este proceso de filtrado genera un subproducto indeseado que es la salmuera, que es agua hipersalina y que se devuelve al océano a través de difusores a una temperatura de hasta 10°C por sobre la temperatura normal del agua de mar. Ambos factores podrían alterar el ambiente marino, afectando principalmente los alrededores de la zona de eliminación de salmuera, generando potenciales efectos negativos de corto, mediano y largo plazo en las condiciones naturales del océano, provocando la mortalidad de organismos marinos y generando cambios en la trama trófica marina, considerando que algunas especies marinas son sensibles a los cambios en el entorno. 

Lamentablemente es una industria que ya se encuentra establecida en nuestro país hace ya dos décadas y se pronostica un aumento de plantas desalinizadoras debido a la expansión de sequía que está ocurriendo en la zona norte y centro-norte del país y que se encuentra agravada por el escenario actual de cambio climático.

¿Qué es lo que se debe hacer ahora? 

En primer lugar, urge generar una legislación que entregue una normativa que establezca estándares tanto de construcción, funcionamiento y fiscalización exclusivo para las plantas desalinizadoras que incluyan los planes de ordenamiento territorial para evitar una sobre construcción a lo largo del borde costero. Esto debido a que actualmente el borde costero se encuentra a merced de las decisiones de diferentes organismos estatales que tienen competencias respecto a su uso. 

El estado chileno tiene varios desafíos para lograr que la industria desalinizadora pueda convertirse en un referente amigable con el medio ambiente. Para cumplir esta meta puede estudiar las estrategias utilizadas por Israel o España, países líderes que promueven el uso de plantas multipropósito que proveen agua a diferentes sectores (consumo humano, agricultura e industrial). 

Por otro lado, un monitoreo constante y consciente en base a estudios de impacto ambiental que nos permita obtener información respecto al efecto en el medio marino costero, desde su instalación y durante todo el tiempo de funcionamiento o vida útil de la planta desalinizadora. 

Por último, invertir en ciencias y tecnologías más eficientes en la captación, aprovechamiento de aguas y vertimiento de salmueras es prioritario. Se debe trabajar con equipos multidisciplinarios que busquen soluciones que respondan a las necesidades sociales, económicas y medio ambientales; y que también mitiguen las consecuencias que esta industria tiene en los ambientes marinos. Esto, mediante la generación de evidencia científica que sea tomada en cuenta al momento de la toma de decisiones políticas. 

No debemos olvidar que la escasez hídrica es un problema causado por el ser humano, el cual debiese ser solucionado atacando la causa o sus agravantes.

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Bibliografía:

  • Vivanko E., (2017). Impacto Ambiental de la desalinización de agua de mar. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Departamento de estudios, extensión y publicaciones.

  • Ministerio de Minería (2021). Proyecto de Ley sobre uso del agua de mar para desalinización. Disponible en: http://bcn.cl/31217 (Marzo 2023)

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