Menstruación en el mundo laboral
En la mayoría de los espacios laborales hay varias mujeres y en lugar de normalizarlo, perpetuamos el secretismo. En nuestra vida “menstruación” y “vergüenza” son sinónimos.
Por Cristina Montecinos
Esta es una columna de opinión sobre un tema que me ha llamado la atención desde hace mucho tiempo: la menstruación. Es el primer artículo de una serie donde hablaremos desde muchos ángulos. Comienzo con mis experiencias cercanas.
Mientras más cuentas feministas sigo en Instagram (como @negracomoyo, @feminist @impact), menos tabú se vuelve el tema de la menstruación para mí. Pero lo cierto es que para la mayoría de las personas no es así, por ende, no todos sienten que este es un tema apropiado para hablar en la oficina.
Teniendo conversaciones sobre el periodo con amigas, casi siempre sale algún comentario sobre el sigilo con el que hay que tratarlo en ese ambiente. Todas tenemos experiencias como acercarse a mujeres de confianza y preguntarles al oído si tienen alguna toalla sanitaria o tampón que te presten; esconder en la manga o en un bolsillo lo que sea que uses para que no se note que lo llevas al baño; o peor, ir a la farmacia a comprar un paquete nuevo y esconderlo para que nadie vea que llegaste con eso en la mano.
Desde aquí comienza mi problema con el tema. No soy solo yo la que está haciendo algo que merece ser escondido. En la mayoría de los espacios laborales hay varias mujeres y en lugar de normalizarlo, perpetuamos el secretismo. En nuestra vida “menstruación” y “vergüenza” son sinónimos.
“Estoy enferma” 🤒
Hace unas semanas quedé en shock en un almuerzo familiar cuando me enteré de que en Chile, al menos una generación, habla de tener la menstruación como “estar enferma”. Me encantaría hacer un estudio sobre los efectos psicológicos de decirle a niñas y niños que tener el periodo es estar enferma. Poner algo natural, que le pasa a todas las personas con útero una vez al mes, al mismo nivel de una gripe, una infección urinaria o una bronquitis.
La menstruación no es algo malo que hay que curar.
Aunque yo no conocía esa costumbre, sí estoy familiarizada con la asociación entre enfermedad y menstruación, y como se extiende a estar sucia o tener problemas de higiene. Al menos, a mi nunca me dijeron que estaba mal tener la menstruación, sin embargo, entre la falta de información y lo que veía en la publicidad, el mensaje claro era: “sé activa, agradable, discreta, nadie se tiene que enterar de que tienes la regla”.
Siguiendo esta idea, no es coincidencia que hace unos años las publicidades de productos menstruales mostraban a mujeres vestidas de blanco o haciendo ejercicio, o las dos.
Desmitificar la regla para las personas no menstruantes 🩸
Desde ese día, en esa mesa familiar, comencé a hablar lo más abiertamente posible sobre la menstruación cuando hay hombres alrededor. Empecé hablando sobre lo que me pasa a mí cuando la tengo: migrañas, senos adoloridos, cólicos, dolor de espalda… y pasó algo espectacular.
Las demás mujeres de la mesa se sumaron a hablar de sus experiencias. “Yo me tengo que quedar en cama”, “desde que uso la copa menstrual casi ni la noto”, “los dolores eran tan fuertes que tuve que tomar pastillas anticonceptivas desde adolescente”… Los hombres, resignados a que el tema caló, se sumaron a la conversación. Así que empecé a preguntarles sobre cuánto sabían, ¿su mamá algún día les explicó cómo es para las mujeres tener la regla?, ¿sus novias o esposas les decían lo que sentían?, ¿qué hacían cuando sus hijas estaban en esos días?
Las respuestas eran vagas y llenas de estereotipos. “Sé que tiene la regla porque se pone irritable”, “cuando mi hija está en esos días es mejor darle espacio”, “es de mala educación hablar de temas íntimos”.
Mi parte empática se iluminó. ¿Cómo esperamos que los hombres se sientan cómodos con la menstruación si nunca les hablamos de los detalles? La información que tienen viene de las series, películas y comerciales de toallas sanitarias y tampones.
En otro momento hablaremos sobre el efecto de la publicidad en nuestra relación con el periodo. Pero mientras tanto recomiendo este artículo donde se analizan comerciales y su relación con la vergüenza y el secretismo
Lo que me pareció espectacular de ese día fue que logramos crear un espacio seguro, donde nosotras pudimos hablar sin avergonzarnos y los hombres presentes escucharon. Eso llevó a que ellos también contaran lo que sabían, y más importante, lo que no sabían.
Romper la barrera del trabajo 👩🏼🏫
Para mí, hablar abiertamente de mi periodo tiene importancia más allá del activismo. El cambio hormonal que se da en el ciclo me hace más o menos propensa a tener migrañas. Trasciende desde mi espacio privado hacia mi capacidad de funcionar en la vida diaria. Hace unos años pasé por meses difíciles con varias crisis de migraña que duraban semanas, y en una ocasión, quejándome con el neurólogo mencioné que para colmo cada vez que caía en la crisis, tenía la regla, así que estaba super incómoda.
Esa simple relación fue un descubrimiento importante y ayudó al manejo de mis migrañas. Desde entonces, sé en qué momento del mes tengo que tener extra cuidado con lo que como o cuánto duermo para evitar desencadenar al monstruo.
Conocerme de esa manera me ha ayudado a sentirme más cómoda al traer al trabajo y a las reuniones el tema de mi ciclo. Antes trataba de ocultar que me sentía mal, y ahora sé que eso solo empeoraba las migrañas. Entonces, ahora cuando explota el dolor de cabeza, o cuando los cólicos no me dejan comenzar el día, lo comento con el equipo.
El panorama cambió cuando muchos de nosotros dejamos de trabajar en oficinas. En el pasado habría dicho que el reto era que se hablara abiertamente de tampones o de dolores de espalda (incluso usar en la oficina un guatero o una almohadilla térmica), pero ahora veo que es más grande. Tenemos que quitar el velo de misterio y estereotipos sobre la menstruación porque afectan dañinamente la imagen de la mujer como profesional. Es cierto que algunos días estamos más sensibles que otros, pero eso no nos hace menos competentes. Si un día no nos pudimos parar de la cama por el dolor, no somos menos confiables.
El panorama laboral tradicional se construyó en base a los hombres. Hoy sabemos que las mujeres pasamos frío en las oficinas porque la temperatura ideal se calculó para hombres de 30 y tantos años en traje y corbata, así que podemos subir un par de grados al termostato, y darle pie a una cultura más abierta e inclusiva. Creo que una buena forma de comenzar es decir cómo nos sentimos cuando nos viene el periodo.
Podcast recomendado 🎙️
Period Power with Maisie Hill del podcast I Weigh with Jameela Jamil.
Este episodio me ayudó a entender la importancia de conocer nuestro ciclo y me abrió la mente a organizar nuestras actividades teniéndolo en cuenta. En específico me encantó cuando hablaron sobre el proceso de agendar la grabación del podcast y que en esos días Maisie, la invitada, estaba en una parte “bajoneada” del ciclo, así que prefería cambiarlo a otra fecha.