Microplásticos, ¿Tienen solución?

ODS

Básicamente, podemos decir que hay micro y nanoplásticos en cualquier lugar que la ciencia los haya buscado. En el Ártico, en islas desiertas, en corales, o en el Everest incluidos.


Por Yve Ramírez

El problema de los microplásticos se nos ha ido de las manos.

Rompe el alma (y da muchísima rabia) ver una playa llena de basura, con botellas, envases de comida, redes de pesca y más cubriendo la arena.

Sin embargo, cuando contemplamos una playa limpia, también nos encontramos, sin saberlo, frente a un montón de plástico que a primera vista nos puede resultar invisible pero que probablemente sea más problemático que aquel del grandes volúmenes: son los microplásticos.

¿Qué son realmente los microplásticos?

Los microplásticos son, básicamente, trozos muy pequeños de plásticos. Esto quiere decir, fragmentos de menos de 5 milímetros. Pueden ser del tamaño de un grano de arena o, incluso, imperceptibles al ojo humano.

Los microplásticos se forman de diversas maneras:

Pueden formarse por la fragmentación de objetos de plástico causada por la acción de la naturaleza así como por el desgaste de tejidos sintéticos -y en este caso se llaman microfibras.

A veces, los microplásticos (o microperlas) son producidos intencionalmente para añadirlos a cosméticos como un agente exfoliante. Por suerte, veremos que está práctica está desapareciendo.

Nanoplásticos, aún más pequeños ¿y peligrosos?

Los nanoplásticos son unas partículas mucho más pequeñas: miden entre 0,001 y 0,1 µm, es decir, entre 0,000001 y 0,0001 mm.

Se forman por ese mismo desgaste causado por elementos naturales, pero en un período de tiempo mayor. También puede ser resultado de la acción de ciertos organismos vivos. Por ejemplo, hay un estudio - que conocí gracias a este episodio del podcast Vivir sin plástico- que demuestra un crustáceo llamado Gammarus duebeni puede reducir microplásticos a nanoplásticos por la acción digestiva en cuestión de horas.

Microfibras: nuestra ropa en el mar

Las microfibras merecen un “capítulo” aparte. Y es que la mayor parte de microplásticos que se encuentran en el agua son microfibras que se desprenden por el desgaste propio del uso y lavado de la ropa sintética.

Y es que actualmente el 60% de la ropa que usamos es de origen sintético y esto quiere decir que está hecha de plástico. Es algo que hemos normalizado y tiene un impacto enorme: según algunas estimaciones, nuestra ropa libera cerca de medio millón de toneladas de microfibras plásticas que van a parar al océano cada año. 

¿Por qué son un problema?

Por un lado, hemos visto que los plásticos no se biodegradan: es decir, se reducen a partículas cada vez más pequeñas pero, a diferencia de otros materiales, no llegan a descomponerse en elementos químicos naturales.

Al hacerse tan pequeños, pueden llegar a cualquier parte. Básicamente, podemos decir que hay micro y nanoplásticos en cualquier lugar que la ciencia los haya buscado. En el Ártico, en islas desiertas, en corales, o en el Everest incluidos. En el polvo y en el aire que respiramos, en la sal que adereza nuestros platos, en la leche materna o en las heces de bebés (en más concentración que en adultos), por ejemplo.

El resultado es que respiramos, bebemos y comemos plástico. Nosotros y todos los seres vivos de este planeta.

De hecho, el plástico pasa de un ser vivo a otro a través de la cadena trófica, hasta acabar formando parte de nuestra cena.

Mientras más pequeñas son estas partículas, más fácilmente pueden atravesar tejidos y fijarse en ellos. Por eso te adelantaba que mientras más pequeños, tal vez son más peligrosos.

Digo tal vez, por ser rigurosa, Porque aunque hay estudios que indican que los plásticos -y sus aditivos- actúan como disruptores endocrinos, de momento no hay certeza -ni consenso- sobre los efectos de estos diminutos plásticos en nuestro cuerpo.

Lo que sí sabemos es que el plástico es omnipresente y está en nuestras vidas en forma de objetos de uso diario y en forma de partículas invisibles a nuestros ojos.

¿Hay solución para los microplásticos?

Tengo una mala noticia y una buena.

La mala, es que los microplásticos y nanoplásticos que se encuentran dispersos en el medio ambiente no tienen solución. Al tratarse de partículas tan pequeñas, parece ser imposible limpiarlos de la naturaleza sin acabar también con gran cantidad de microorganismos que forman parte del equilibrio de los ecosistemas.

Por eso el foco tiene que estar en detener la producción incesante de microplásticos, para evitar que sigan llegando a los espacios naturales.

Ahí, por suerte, tenemos alguna esperanza, y esa es la buena noticia, aunque todo vaya mucho más lento de lo necesario.

De hecho, en los últimos años han surgido legislaciones que reducen o prohíben el uso de plásticos de un solo uso (como la ley chilena, o la directiva Europa y también han sido prohibidos en los cosméticos en muchos países, Aunque quede mucho por andar, es un avance.

Además, cada una de las personas que habitamos este planeta tenemos mucho más poder del que creemos: el poder del consumo.

Queda de nuestra parte reducir el uso de materiales sintéticos. Solo tienes que navegar un poco por la red y encontrarás un montón de consejos. En este artículo tienes unas cuantas ideas para reducir el consumo de plásticos y, si quieres seguir profundizando, aquí te dejo una selección de artículos sobre el movimiento residuo cero.

Pero tengo que darte un consejo simple y sencillo para reducir la contaminación por microfibras desde tu casa, te diría este, que además ahorra agua y energía: lava menos tu ropa, especialmente si contiene fibras sintéticas (las reconocerás porque su etiqueta tiene términos como poliéster, Nylon, Lycra, elastano entre otros). Y cuando toque, sigue estos consejos para un lavado sostenible de la ropa. De todos ellos, seguramente los más importantes son procurar que la lavadora esté bien llena y evitar las altas temperaturas.

Esperemos que en unos pocos años, todas nuestras lavadores cuenten con filtros capaces de capturar las microfibras. Ya hay avances en este sentido, como el filtro de Arturo Navarro, de México o el filtro Gulp, que ya está disponible en algunos países.

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