Migración y desigualdad: un problema de todos
“Muchos otros se han visto en la posición de hacerlo de forma ilegal. En dichas circunstancias, las desigualdades son mayores y palpables a todo nivel. Al no tener documentos oficiales, este tipo de migrantes no puede trabajar, no se alimenta bien y difícilmente podrá acceder a una vivienda, poniendo en riesgo su salud y su vida.”
Por Lunín Pereda
“Es desgastante ser inmigrante, después de casi tres años, y sentir que el sistema te sigue tratando como si acabaras de llegar de otro país”. En Twitter, 04/10/2022
Este es un tweet con el que me sentí muy identificada. Salir de tu país hacia un futuro incierto ya es lo suficientemente retador sin necesidad de que el sistema te lo recuerde en cada paso que das. Hay días que son agotadores tratando de superar las trabas que supone ser reconocido en un nuevo país.
El día que llegué a Chile, me encontré con el primer reto: alquilar una habitación. La gran mayoría de los sitios solicitan antecedentes para poder alquilar: contratos de trabajo, liquidaciones, aval, entre otros. Lo que es totalmente razonable porque es necesario tener confianza en la persona que estará haciendo uso de la propiedad. Pero el primer día en un nuevo país, tú no tienes nada de eso, no tienes un historial que mostrar. Y estos obstáculos hacen que el proceso de adaptación sea más complejo.
Poco a poco, eso se construye. Pero cuatro años después de vivir en este país, solicité un crédito bancario. Para mi sorpresa, las tasas ofrecidas a los extranjeros eran más altas que para los nacionales, es decir, tendría que pagar un monto mayor sólo por ser extranjera. Una vez más, sientes cómo el sistema te pone trabas sólo por tener una nacionalidad distinta.
Otra realidad, es que mi experiencia de migración ha sido privilegiada. Muchos otros se han visto en la posición de hacerlo de forma ilegal. En dichas circunstancias, las desigualdades son mayores y palpables a todo nivel. Al no tener documentos oficiales, este tipo de migrantes no puede trabajar, no se alimenta bien y difícilmente podrá acceder a una vivienda, poniendo en riesgo su salud y su vida.
Como no tienen la posibilidad de cubrir sus necesidades básicas, se convierten en un problema para ellos mismos y para la sociedad a la que han llegado, donde muchas veces sufren actos de xenofobia y discriminación. Además, son personas que viven en una situación de mayor riesgo de sufrir abusos relacionados con el tráfico de personas. La migración ilegal multiplica la pobreza y la violencia.
A veces surge la pregunta, ¿por qué alguien se expondría a este tipo de maltratos y exclusión? La respuesta: buscar una vida más digna para ellos y los suyos. El Objetivo de Desarrollo Sostenible #10, plantea la reducción de desigualdades, e incluye a los migrantes dentro de los grupos vulnerables a los cuales prestar asistencia. Una de las metas que propone es: Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas.
Como venezolana, me llega personalmente y reconozco los esfuerzos que han hecho los distintos países en favor de promover un proceso más ordenado que favorezca tanto a los migrantes como al país receptor. Por ejemplo, en Chile con la propuesta de visa de responsabilidad democrática y, en EEUU, hace unos días la Administración del presidente Biden anunció que están trabajando en un nuevo plan para gestionar el flujo de inmigrantes venezolanos en el país.
Son pasos significativos que se dan para favorecer una migración ordenada, sin embargo, aún queda mucho espacio para la colaboración entre países, y a lo interno, para disminuir las brechas que se generan y dar una respuesta efectiva a la que ha sido una de las crisis migratorias más importantes de la región. Y usted podría preguntarse, ¿por qué mi gobierno debería hacerse cargo de los inmigrantes con tantos problemas que tenemos? Permítame hablarle un momento de Venezuela.
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La situación en Venezuela 🇻🇪
A la fecha, se estima que han emigrado más de 7 millones de venezolanos. La crisis migratoria de Venezuela es de las más grandes del mundo, similar en cantidad a la de los ucranianos y superando a los sirios.
Revisando el caso de Latinoamérica, se puede evidenciar que para el año 2018, la cifra estimada de migrantes venezolanos era de 1.200.000, aumentando hasta un estimado de 5.900.000 para 2022.
La crisis migratoria venezolana se ha convertido en un desafío que involucra de forma directa a toda la región. No es sostenible para los gobiernos mirar a otro lado ante la cantidad de personas que están llegando a sus fronteras y, la mejor forma de afrontarlo es a través de alianzas y políticas que minimicen el impacto de esta situación.
Y sí, podrían enviarnos a todos de regreso a nuestro país. Sin embargo, tendrían que ignorar el hecho de que, en Venezuela, existe una vulneración sistemática de derechos humanos que ha impulsado a millones a buscar un futuro mejor. Es un asunto humanitario.
Por ahora, es una realidad que se vive en la región y que nos presenta con una gran oportunidad para impulsar el crecimiento, la solidaridad y el intercambio cultural. En este sentido, todos podemos contribuir a la reducción de desigualdades facilitando el proceso de adaptación de estas personas. ¿Cómo puedes hacerlo?
Infórmate e informa. Entender esta realidad y lo que implica para tu país es el primer paso para poder aportar soluciones.
Alza la voz, para que tus gobernantes adopten políticas que sean humanitarias y, al mismo tiempo, que promuevan el crecimiento del país.
Ofrece una sonrisa, conversación amistosa, o una mano amiga a aquellas personas que abandonaron su hogar en búsqueda de una nueva oportunidad.