Las vivencias generacionales del afecto

ODS

“La valentía de expresar quién eres, es más grande que el miedo que nos puede rodear el cuerpo al salir a la calle. Y si me preguntas, creo que existe una diferencia sustancial en cómo hoy los adolescentes viven”. 


Por Juan Alfaro

Hace poco me visitó mi hermana y tomamos té (una tradición que conservamos desde niñ@s, cuando jugábamos a las tacitas), ella hoy es profesora y me contó que un niño de su clase le mandó una carta de amor a mi sobrino. Su reacción fue de ternura, y la respuesta de mi sobrino fue: “no siento lo mismo, pero podemos seguir siendo buenos amigos”. Esto me hizo preguntarme un montón de cosas. Hace solo un par de años atrás (de verdad, no son muchos) sentía que hacer una declaración de afecto en mi niñez o adolescencia, a un chico, era asegurarme la burla y la violencia eterna de mis compañeros de clase. 

Y aunque ciertamente igual viví ese acoso escolar, siempre el secretismo del afecto se cargaba con mucha culpa. Obviamente no es en todo los casos, pero tengo una teoría que va de la mano con cómo se mostraba en los medios, no solo de comunicación, sino que también en el cine y las series, la homosexualidad. 

En mi época y contexto particular (haber vivido mi niñez y adolescencia en los 2000, madre religiosa y colegio religioso) la culpa estuvo presente, y autopercibirse como alguien que sufría por el “particular” deseo que tenía, influyó en cómo me desenvolvía con otr@s. Obviamente eso cambió con el paso del tiempo, y conocer otras corporalidades también me ayudó a sentir que no era la única. 

 

La primera película LGBT+ que vi fue Plegarias por Bobby, por el título ya entenderán de qué iba. Mary Griffith era una madre cristiana y devota, que crió a sus hijos con las enseñanzas conservadoras de la Iglesia Presbiteriana. Cuando su hijo Bobby, un adolescente gay, se suicida debido a la intolerancia de su madre, Mary se replantea su escala de valores y su opinión sobre la homosexualidad.

Ahora bien, ¿se preguntan cuál fue la última serie LGBT+ que vi? Así es, sé que lo estás pensando. HEARTSTOPPER. Sí, es en mayúsculas porque estoy gritando. La verdad nunca me emocionaba con series así, porque como te comenté. La forma de mostrar la diversidad hace solo algún par de años atrás, cambió totalmente a cómo se aborda hoy. Y eso me alegra, y también me da esperanzas en cómo las generaciones que vienen, perciben su sexualidad, sin culpas.  

Estoy de acuerdo que el escenario que se plantea en esta serie, es difícil de aplicar en este lado del mundo. Seamos realistas, en menos de una semana asesinaron a dos personas LGBT+ en Chile. Crímenes de odio que siempre están presentes en nuestra historia. Y nombres que deben seguir en la memoria para buscar justicia. 

Pero la valentía de expresar quién eres, es más grande que el miedo que nos puede rodear el cuerpo al salir a la calle. Y si me preguntas, creo que existe una diferencia sustancial en cómo hoy los adolescentes viven. Pensarás que estoy exagerando, pero me acordé de la conversación que tuve una vez con Guillermina, mujer trans histórica de la ciudad de Coquimbo, una de las primeras en poder cambiar su carnet de identidad en el registro civil, cuando todavía no existía una ley de identidad de género. Y me quedaron sus palabras grabadas: “Con el solo hecho de salir a la calle, la policía te podía pegar y encerrarte por falta a la moral. Hoy pueden estudiar, salir, vivir. Yo no tuve esa oportunidad, y no quiero que nadie pasé por lo que yo pasé, nunca más”.  

Que haya existido una respuesta, en vez de una burla por parte de mi sobrino a la carta de su compañero. Que mi hermano de diecinueve años me diga sin problemas que vive su sexualidad sin cuestionarse mucho a quién besa o con quién se acuesta. Que dejemos de pensar tanto en blancos y negros. Y podamos relacionarnos sin ataduras que repriman nuestros afectos. Es un avance que me hizo sentir como Guillermina sentada en la banca, hablándome.  

Creo que ese “no quiero que nadie pasé por lo que yo pasé” es una frase que siempre está presenté cuando hablas con otras personas, cuerpos que vivieron en contextos sociales más difíciles y crudos. Y quizás es una patudez que repita esto sabiendo que mis vivencias no se pueden comparar a las de Guillermina. Pero cuando mi hermana me comentó esto. No evité pensar lo mismo, y espero que al final, nadie tenga que repetirlo nunca más. 

Recomendación de podcast🎙️

Si llegaste hasta acá, te recomiendo un podcast que trata de estos temas y muchos más. Tecito de Calzón es un programa mexicano donde dos amigas hablan de problemas y situaciones cotidianas, existenciales, misterios y cuestionan esta realidad a veces dura. 

 
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